“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

MALDITISMO DETOX

Hace siglos que no escribo. No así, al menos. De hecho, hace casi un año y medio: 25 de mayo. Gracias, Google Drive, qué haría yo si no te tuviera para ponerme cara a cara con mi inconstancia…

Desde luego no se puede decir que no lo haga porque lleve una vida nómada, más bien todo lo contrario. Por mucho que me avergüence confesarlo me he acostado una o dos veces antes de las 12… ¡Quién me ha visto y quién me ve! Me temo que soy todo un mochuelo venido a menos. Quizás sea por aquello de haber dejado atrás al escritor maldito que fui en una ocasión. O a lo mejor, después de todo, no supe seguir escribiendo después del incendio y mi inspiración quedó reducida a una serie irregular de carámbanos. No los dejé allí, todos sabemos lo de mi Diógenes, así que me los llevé conmigo y ahora los guardo en el cuarto del fondo. 


Y claro, de cuando en cuando un rayo caprichoso de luz se cuela y se desprenden un par de gotas, aunque no sean suficientes para que crezca ninguna margarita. O sí, porque mírame aquí, saliendo por un rato de ese mundo de bohemia y farándula en el que vivo últimamente. Literaria, por si hace falta aclararlo, aunque a estas alturas no creo que haya nadie que se crea que soy un verdadero sagitario amante de los peligros. Bueno, nunca se sabe: si he conseguido pasar por un futbolista egipcio es que, realmente, todo es posible.


De todos modos, convendría aclarar que no ha sido precisamente un rayo de sol el que tiene aquí escuchando a medianoche mi música de escribir, tratando de armar algo con un mínimo de sentido. Fue un reflejo, sí, pero el de unos labios escarlata. De los que antaño te decían “anoche soñé contigo” sin que uno pudiera evitar responder tarareando en voz baja “llevabas el pelo suelto”; igual que, casualmente, en la canción que suena justo ahora. El caso es que después solo recuerdo, entre vapores de té, las hojas comenzando a volar y a caer, marcando palabras como se marca un destino. Por eso estoy aquí, para cumplirlo, aunque solo sea por una vez.


En fin, antes de que se haga más tarde, en el espacio y en el tiempo, lo dejaré por hoy. Si de verdad fuera un escritor maldito, seguro que en mis sueños me estaría aguardando un súcubo despampanante; pero como no lo soy, lo más probable es que si se me aparece alguien, sea mi suegra con el cortacésped. Y yo tan feliz, porque algunos necesitan que les tiren granadas para sacar su mejor versión, pero a mí con hierba y baterías infinitas me basta y me sobra. Bueno, o con papel de burbujas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario