Yo que sentí el horror de los espejos...
Ya solo vienes a veces, aunque sabes que estoy allí. Quizás por eso mismo. Y cuando lo haces, apenas te quedas un momento y te marchas sin dejarme siquiera la compañía de las luciérnagas. Las has ido cazando una a una, entre risas, quitándoles las alas despacito y mirando muy atenta cómo se apagan del todo. Luego arrugas la nariz y las tiras a un lado.
Pero hoy no es igual, todavía no sé por qué. Vienes correteando, como siempre, con aquel vestido marrón que me condenó y te acercas hasta la orilla, también como siempre. Pero hoy no te sientas como hacías antes, solo miras distraída al agua y jugueteas con tus zapatitos rojos, mientras yo sigo allí, estancado en tu reflejo, escuchándote tararear aquellas nanas perversas que te cantaba por las noches para que no te durmieras.
Hoy no te tumbas sobre la hierba, ni cazas luciérnagas –aunque tampoco hay ya-; simplemente te quedas allí de pie, comiéndote un helado que no recuerdo que tuvieras antes. Una ráfaga de aire lo enturbia todo y cuando vuelvo a poder mirarte, del helado ya solo queda un pequeño punto rojo sobre tu boca, gemelo de ese lunar que tanto te gusta. Con la otra mano te recoges el pelo a la altura de la nuca y por un momento creo que tus ojos se cruzan con los míos. Justo entonces se dibuja en tu cara la misma expresión divertida de tus travesuras más sangrientas. Seguro que a los sacerdotes aztecas se les iluminaba así la cara antes de empezar a sacar corazones. Te agachas y coges una piedrecita –no haría falta más- y juegas a tirarla al aire sin dejar –nunca lo haces- de tararear.
Entonces comprendo. Te has cansado de verme en todos los espejos. Y antes de cerrar los ojos, si es que un reflejo puede hacer algo así, recuerdo aquel cuento japonés y trato de pensar en la venganza, porque el último deseo de un condenado a muerte siempre se cumple. Los dos lo sabemos, pero también sabemos que ni siquiera tendrás que engañarme para que me distraiga y olvide mis planes. Tus pestañas se ocuparon ya de eso, hace demasiado tiempo.