“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

ESTANCADO EN TU REFLEJO

Yo que sentí el horror de los espejos...

Ya solo vienes a veces, aunque sabes que estoy allí. Quizás por eso mismo. Y cuando lo haces, apenas te quedas un momento y te marchas sin dejarme siquiera la compañía de las luciérnagas. Las has ido cazando una a una, entre risas, quitándoles las alas despacito y mirando muy atenta cómo se apagan del todo. Luego arrugas la nariz y las tiras a un lado.

Pero hoy no es igual, todavía no sé por qué. Vienes correteando, como siempre, con aquel vestido marrón que me condenó y te acercas hasta la orilla, también como siempre. Pero hoy no te sientas como hacías antes, solo miras distraída al agua y jugueteas con tus zapatitos rojos, mientras yo sigo allí, estancado en tu reflejo, escuchándote tararear aquellas nanas perversas que te cantaba por las noches para que no te durmieras.

Hoy no te tumbas sobre la hierba, ni cazas luciérnagas –aunque tampoco hay ya-; simplemente te quedas allí de pie, comiéndote un helado que no recuerdo que tuvieras antes. Una ráfaga de aire lo enturbia todo y cuando vuelvo a poder mirarte, del helado ya solo queda un pequeño punto rojo sobre tu boca, gemelo de ese lunar que tanto te gusta. Con la otra mano te recoges el pelo a la altura de la nuca y por un momento creo que tus ojos se cruzan con los míos. Justo entonces se dibuja en tu cara la misma expresión divertida de tus travesuras más sangrientas. Seguro que a los sacerdotes aztecas se les iluminaba así la cara antes de empezar a sacar corazones. Te agachas y coges una piedrecita –no haría falta más- y juegas a tirarla al aire sin dejar –nunca lo haces- de tararear.

Entonces comprendo. Te has cansado de verme en todos los espejos. Y antes de cerrar los ojos, si es que un reflejo puede hacer algo así, recuerdo aquel cuento japonés y trato de pensar en la venganza, porque el último deseo de un condenado a muerte siempre se cumple. Los dos lo sabemos, pero también sabemos que ni siquiera tendrás que engañarme para que me distraiga y olvide mis planes. Tus pestañas se ocuparon ya de eso, hace demasiado tiempo.

8 comentarios:

  1. yo también quisiera ser un reflejo... perfecto,
    siempre dejas un buen sabor de boca

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  2. Lo terrible de los espejos, es el reflejo "del otro" que somos, a quien no conocíamos.

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  3. Aquela mañana despertó triste, de un mal humor sorprendente cuyos motivos no trató de comprender. Se lavó los dientes esquivando el espejo, con la cabeza gacha, tentada de apagar la luz para no mirar el rostro taciturno y ojeroso que esperaría fiel al otro lado.
    Por ello, cuando salió de allí creyendo que había sido su primera pequeña victoria, dispuesta a bajar por las escaleras para evitar el gran espejo del ascensor, no pudo ver colgada sobre los azulejos la sonrisa de quien, esta vez sí, era la verdadera triunfadora del día, ese rostro sonriente que por una vez no tuvo que soportar sus ojos cansados, su boca salpicada de pasta de dientes, su mueca de disgusto al descubrir una nueva arruga.


    Hay que tener cuidado con los reflejos :)

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  4. Noyollotzin…
    Con la piedrecita de pedernal en la que está grabado mi signo maya,,, me abro el tórax desde la altura de la tráquea hasta el estómago; cierro los ojos para concentrarme en el sonido de los huesos separándose de los cartílagos. Introduzco mi mano derecho y lo desprendo con cuidado de las venas y las arterias; no lo desgarro porque se trata de un regalo. Siento como palpita violentamente, impaciente cuando lo sostengo entre las manos. Respiro profundamente, con placer verifico su tonalidad: púrpura-azulada-oscura; lejos del rojo celofán que detesto.
    Lo cuelgo en el muro azul zafiro de la noche: nehuatl nimiztlazotla te digo antes de irme a dormir desde hace tiempo, ixquichca moztla te repito,,, pero no me escuchas; mi pueblo aprendió tu lengua hace 500 años y yo aún no he conseguido que escuches mi voz: aglutinante, metafórica; no sé expresarme de otra manera; soy una mujer jaguar, mis ojos me delatan mientras camino por el mundo, acompañada de tu reflejo…

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  5. Lo que hace verdaderamente temibles los reflejos es que te obligan a ver lo que realmente eres. Pero hay ocasiones en que muestran cosas tan hermosas que hacen palidecer la imagen de la que proceden... Pero eso solo pasa cuando uno tiene la suerte de encontrar verdaderas forjadoras de reflejos, que bajo la forma de mujeres jaguar y fugitivas de espejos convierten las grises líneas que escribo en relatos rojos y vivos. Decir gracias es poco.

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  6. ... de nada, me alegra que te haya gustado; porque es un regalo...

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  7. Me ha gustado mucho, de todas formas, al final todo son elecciones, incluso lo que vemos o dejamos de ver.

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  8. Tu recuerdo es uno de los tesoros más preciados de mi memoria, te lo dije, ¿lo olvidaste? Tal vez algún día me creas y entiendas que si terminé aventando toneladas de rocas en el río no fue por olvido; sino por la caja que me encomendaron los dioses antes de mandarme al mundo. También hablamos de eso, ¿lo olvidaste?

    P.D. No puedes negar que soy maravillosa siguiendo pistas, aunque ahora mismo estoy arrepentida. Me he metido en todos tus espacios, lo siento.

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