“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

CARTAS

Se levantó de la mesa enfadadísimo y se marchó de la habitación, gritando que así era imposible trabajar.

Nadie consiguió hacerle entender que aquello era una timba de poker y que el juego, precisamente, consistía en no enseñar tus cartas.

Pobre Gaspar…

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