Si
no haberme dedicado a posar para vasos chinos de chupito es una de mis espinas
clavadas se debe quizás a que fue mi primera experiencia de ver porno en
familia. Sé que la unión de esos dos conceptos es una idea inquietante para
mucha gente, casi tanto como, por ejemplo, la de mojar bizcochos en Coca Cola.
Pero para mí no lo es (lo de los bizcochos tampoco). Más bien es algo excitante
y triste, como pensar en violar a un dinosaurio. Y es que, al fin y al cabo, si
lo piensas bien, se quedó a tu lado mientras dormías y cuando te despertaste
aún estaba allí. Podía haberse ido sin decir nada, o haberte dejado una nota en
la mesilla y un puñado de dinodólares. Pero no, se ha quedado. Y aún así lo
primero en lo que piensas es en violarlo. Levantarte muy despacio, moverte con
cuidado para no hacer nada de ruido y violarlo. No es que no sepas que está
mal, pero como te levantas empalmado no puedes evitar planteártelo en serio,
aunque solo sea un segundo. Desde luego que en frío lo descartarías, porque la
digestión de los dinosaurios es un misterio, y sabes que a este le gusta desayunar
cereales. Lo que sí está claro es que tienen visión nocturna, algo que no hay
que confundir con que se te aparezca gente por la noche. No es lo mismo.
Eso
es lo que le pasaba a mi abuela. Lo de las apariciones, no la visión nocturna. Y
le sucedía bastante a menudo, aunque solo lo supe cuando empezó a creer que yo
también los veía. Algunos eran verdaderos cabrones: la tatarabuela volvió una
noche del otro mundo y esperó a su hijo sentada a la mesa de la cocina para
contarle cómo y cuándo iban a morir todos los miembros de la familia. Uno por
uno. Y todo por cuatro miserables perras que el hombre no le había devuelto a
una vecina. Si eso no es mala hostia, que venga Dios y lo vea. Porque además él
iba a quedarse el último para poder comprobar que todo se cumplía. Con esos
antecedentes, creo que lo del porno compartido resulta un poquito menos sórdido
¿no?
En
realidad no todo era porno, lo que pasa es que los niños a veces vemos esas
cosas donde no las hay. Despertar sexual, creo que lo llaman. Por ejemplo, una
vez hicimos un puzzle de esos de dos millones de piezas todas iguales. Rita
Hayworth, pelirrojísima y con el vestido negro y los guantes de Gilda. Tener a
aquella mujer acostada sobre la mesa de mi salón, dejando que le pusiera las
manos encima… Vaya, parece que sigo viendo las mismas cosas donde sigue sin
haberlas. No sé si mentirme a mí mismo pensando que algo de la magia de la infancia
se mantiene vivo en mi interior o si reconocer ya que soy un pervertido y que
me obsesionan las pelirrojas. Incluso en blanco y negro.
Voy
a dejarlo mientras me decido. Pero no esto no acaba aquí, claro.
Hombre, con el desayuno hubiera sido una bomba, pero con el café de media mañana...un bombón licoroso, de esos con regusto, q te obligan a hacer sonidos de ch repetidos juntando la lengua con el paladar...De todas formas, sólo tú tendrás que pensarlo...
ResponderEliminarPenélope
Yo optaria por la segunda. Dinosaurios que no desayunan con cereales no son verdaderos dinosaurios, creo que has violado otra cosa...
ResponderEliminarSeguimos esperando la suite ;)
Besos