“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

SÍNDROMES VII. SÍNDROME DE LATAH.

Síndrome: sust. Del griego syndromos, concurso. Conjunto de síntomas que constituyen una  patología.

Síndrome Latah: Síndrome en el que el sujeto comienza a repetir movimientos y sonidos sin control alguno, hasta el punto de poder producirse la muerte. Característico de Indonesia, aunque está documentado también en muchos otros lugares, como entre los Ainos, en Japón, en la región de Siberia y en el norte de Canadá, donde se habla de los Jumping Frenchmen of Maine.


El frío es psicológico. El frío es psicológico. El frío es psicológico. El frío es psicológico…

Es un mantra. Uno zamorano. Y yo lo creo, solo es cuestión de convencimiento. O de haber crecido en inviernos bajo cero sin calefacción y de dormir con la ventana abierta, no lo sé. El caso es que funciona; de hecho, la única parte de mi cuerpo sensible al frío es el pie derecho, aunque eso es otra historia. Que pensé que te la había contado ya, pero bueno… a lo que iba. Todo esto tiene que ver con la magia de la repetición. Como esas mentiras que convertimos en verdaderas a base de contarlas muchas veces.

¿Qué? ¿Qué tienes frío? Pues si quieres te puedo hacer un té, pero de poner la calefacción ni hablar, que estoy sin un duro. ¿Por qué crees que me hago el entendido y lo tomo sin azúcar? No me digas que te habías tragado eso de que me gusta apreciar su verdadero aroma y sabor… Vamos, que no te digo que no haya que tomarlo así, pero que a mí lo de la autenticidad no me interesa ni lo más mínimo. Yo soy de los de tres cucharaditas. Pero me lo cuento a mí mismo para endulzar el trago.

Vale, ya en serio. No te enfades y tómate el té. Y hazme caso, que lo de las repeticiones funciona. Y si no, mírame a mí. Estoy vivo gracias a ellas. Porque con todas esas películas de terror que veía era cuestión de tiempo que vinieran a por mí. Los zombis, Alien, el helicóptero de Tulipán, cualquiera. Pero yo descubrí las diez reglas. Las diez diferencias entre ellos y yo que los mantenían alejados de mi habitación. Siempre las mismas contra cada uno. Recitadas con cuidado con la cabeza bajo la sábana antes de darme dos veces la vuelta –hacia la derecha primero, siempre- y desearme las buenas noches –“hasta mañana, que sueñes con los angelitos. Gracias. De nada”; en ese orden-. Sí señor, las diez reglas me salvaron el pellejo, créeme.

Eso sí, hay que hacerlo de manera exacta. Es fundamental no alterar un sonido ni cambiar un gesto, no esperar un minuto de más o de menos. Como en cualquier actividad trascendente, vamos. Repostería, reducción de cabezas, cantar nanas, tablas de multiplicar… Lástima que no se me ocurriera utilizarlas contigo.

Con todo este rollo se te tiene que haber pasado el frío, seguro… ¿No? Lo mismo tendrías que poner algo más de tu parte. Aunque bueno, también te digo… que a veces las repeticiones son peligrosas. De eso las madres saben mucho, por eso te insisten tanto en que si fulanito se tira por una ventana no vayas a ir tú detrás. Si pierdes el control puedes acabar convertido en algo mucho peor que un mimo. Peor que Paulo Coelho incluso. Tienes que saber parar a tiempo, si no es muy peligroso, como lanzarse cuchillos a uno mismo delante del espejo todas las noches antes de dormir; cualquier día te puedes encontrar con la desagradable sorpresa de que tu reflejo es más rápido que tú.

Fíjate, ahora que lo pienso, seguirte llamando era un poco lo mismo. Esa conversación, una y otra vez, con los mismos reproches y las mismas ironías. El día de la marmota. Menos mal que tiré de la anilla a tiempo, si no lo mismo acabo enganchado a la autoayuda o los horóscopos. ¿Te imaginas? Me ha dado hasta un escalofrío, así que cierra bien la puerta cuando te vayas.

Ah, se me olvidaba. Putos síndromes.

2 comentarios:

  1. Me gusta, me recuerda mi obsesión con el frío...

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  2. Y seguimos para bingo, otra entrada más, preciosa, dedicada a quien hace años te rompió el corazón.

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