Llevaba horas así, delante de un papel en blanco; se sentía totalmente incapaz de escribir nada.
Al final estalló y, con un bufido, abandonó la mesa de un salto, derramando el tintero sobre la hoja.
Se dirigió hacia la cocina, bebió un poco de leche y salió al jardín, pensando...“Maldita sea, ni siquiera debería estar pensando esto...
¡SOY UN GATO!"
Jajajajaja, miau
ResponderEliminarRescatando del pasado, eh? ;)
ResponderEliminarMe encanta, el microrrelato, muy sugerente.
ResponderEliminarLo dicho. Como unas maracas :) ¿Los erizos bufarán?
ResponderEliminarMusas traicioneras??
ResponderEliminarsrta. glamour
Me encantaría ser un gato, tan individual, tan aventurero, tan falto de caricias, tan...tan... gato... así pensaba Ramsés II en tener una perdurable vida tranquila cual gato que a su frente relamía su pelaje...
ResponderEliminarUn saludo. Por cierto me ha gustado mucho tu microrelato!
Y en qué no deberíamos pensar nosotros humanos?
ResponderEliminarUn saludo.
Alicia B.R.
ResponderEliminarPara alguien que ha escrito que el papel lleva veneno y se debe tener cuidado de las metáforas, una crisis creativa suena bastante conveniente; aún así, las musas volverán... Siempre vuelven, y me gustaría decir que eso es bueno, pero no sé, la certeza no es lo mío; supongo que por eso siempre la busco en los demás. Cosas en común ¿no?
Queridísimo gato, recuerda que dentro de la tecnología también se encuentra la inspiración...
ResponderEliminarUn saludo muy grande
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