“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

ESTIMULANTES Y LENGUAS MUERTAS

Yo soy de griego y de té, tú más de beber café y de latín, pero eso parece molestarte tan poco como a mí tu arrogancia. Me pareces inquietante, eso sí, por cómo te desenvuelves en tierra de nadie, aunque en tierra firme suelas ser presa del pánico. Será porque en ti todo es a medias y relativo, excepto tu adicción a tus defectos, que es absoluta. Sobre los míos, te sorprendes porque me hacen falta tres preguntas para casi todo, pero al final contestas: valiente, aunque eso me impide salir de la ludopatía; idealista, aunque eso me impide salir de la decepción; acepto las cosas con una naturalidad que rara vez entiendes y parece que todo es normal por muy raro que sea, cuando lo cuento.

Te gusta describir cosas. Por eso escribes. Una necesidad sin aspiraciones de nada. Tú me hablas de amor, pero no de ese que todo el mundo conoce, entre personas. No. El proceso de convertir cosas intangibles en palabras. Se te da muy bien y a pesar de eso crees que no sabes amar, que no te gusta agarrarte. Pero lo haces. A una pluma, no a una mano. Yo lo llamo intuición, porque sé que definir algo es poseerlo, dominarlo. A lo mejor tienes que escribir para que alguien se reconozca en eso, para que te busque, te pelee y tenga esa paciencia socrática y la suficiente sofística para entender todo lo que eres. Puede que las cosas tengan que escribirse primero para poder suceder y no al revés, como todo el mundo piensa, ¿no crees?

Todo es posible, dices, y también que esperas que las balas perdidas no sean demasiado insoportables, porque te cuesta controlarlas. Yo te respondo que si te gustan las quemaduras de aceite mientras cocinas, uno busca las balas perdidas. Y dices que ojalá no se me vaya de las manos, porque odias cocinar y no sabes nada de eso.

Quizás cierres los ojos y creas en milagros, un día.

5 comentarios:

  1. Me gusta, es un discurso melancólico y soy adicta a la melancolía.
    Personalmente, creo que el sólo hecho de estar viva es un milagro :) y me gusta la idea de poder aferrarse a algo, aunque sea algo tan ligero como una pluma.
    P.D. Yo creo que a tu musa no le va a gustar que le digas que es adicta a sus defectos. Las adicciones no nos permiten ser lo suficientemente livianos.

    ResponderEliminar
  2. ¿Este es el resultado de tu "estoy medio escribiendo"? No sé qué sucederá cuando escribas del todo.

    "Puede que las cosas tengan que escribirse primero para poder suceder y no al revés, como todo el mundo piensa, ¿no crees?" :) Es posible, muy posible

    ResponderEliminar
  3. Querido amante del te, creo que has descrito a la perfección la figura de toda musa, una ilusión que aferrada a sus ideales revolotea a tu alrededor inspirando tus más elocuentes ideas. Te noto melancolico y poco pragmático... espero que sea la primavera.
    Saludos de un Cristo desvergonzado

    ResponderEliminar
  4. Ahh me ha encantado , sinceramente me sorprendes, apenas has mencionado mis defectos y no puedo pensar en un texto de mas de tres líneas que no los nombre.
    Supongo que tu tienes esa forma de mirar diferente , siempre fuiste muy idealista. Y leer la palabra "musa" en tus lectores me hace reír sinceramente.
    Muchas gracias , pienso que entiendes ese amor del qe tanto hablo, porque te propones a describir hasta lo mas caótico. E incluso te ha quedado bonito.

    ResponderEliminar