Ya he dicho que la gente se quedaba poco tiempo dentro del laberinto. Casi nadie entiende que, por complejos que parezcan, siempre hay una lógica interna y particular en ellos. Por eso, por empeñarse en aplicar la suya propia ignorando las señales, antes o después se acaban perdiendo. Pero tú no. Y lo curioso es que no necesitaste apenas nada. De alguna extraña manera te diste cuenta enseguida de lo pequeño que era y de que todo estaba construido a escala, así que solo tuviste que dar un paso atrás y levantar la vista.
¿Cuánta gente se habrá quedado perdida en tu laberinto? ¿Cuántos cadáveres? ¿cuántos mutilados? ¿Cuánto dolor?
ResponderEliminarQue fácil culpar al que se perdió.