“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

MULTIVERSO 1.


Me gustaría llamarme Tomaso. Solo esta noche, solo en esta vieja plaza. Y verla desde un rincón bailando con sus amigas mientras toca la orquesta, como todos los años desde que recuerdo. Me gustaría ser Tomaso, no Enrique, y haber nacido aquí, haber crecido con ella y escuchar cada agosto esas mismas canciones esperando tener el valor necesario para sacarla a bailar. Guardar cada céntimo para reparar la vieja moto del abuelo y poder llevarla de excursión al campo un domingo. Pero no lo soy. No soy más que Enrique y lo único de italiano que tengo son tres botellas de Moretti a mis pies y todas esas esdrújulas de Battiato que no paran de bailar en mi cabeza.

2 comentarios:

  1. En mi mente la plaza es la del pueblo de Cinema Paradiso, será porque aún no he pisado Italia. Tomaso un poco raro, las melenas me despistan. Breve pero intenso, me encanta la imagen, es tierno. Y cuando te pones tierno no me resisto, me entran unas ganas tremendas de llamarte ñoño azucarado xD pero esta vez no, esta vez lo dejo sólo en tierno, fíjate, para que luego digas. A lo mejor me acaba gustando que nos dejes pastar por campos sin zorras

    ResponderEliminar
  2. Tomaso no es un nombre, es una venganza de algún malvado progenitor.
    Y además, los italianos sólo saben hablar, tú sabes escribir. A las listas nos gusta más leer.

    ResponderEliminar