“Cuando encuentres a Buda, mátalo”. No lo digo yo, lo dice el proverbio. Y es que además ese cabrón se le parecía: gordo, calvo, con los ojos rasgados… si hasta vestía de naranja. Estaba claro, ¿no? ¿Quién coño iba a pensar que en China también había repartidores de butano?

MULTIVERSO (y3)

Hoy me he alegrado de ser tan solo Enrique. Permanecer la eternidad junto a ti como estatuas de ceniza, sentados en la esquina del dormitorio abrazándonos muy fuerte mientras todo se llena de humo y el techo empieza a ceder, quizás suene romántico… Todo un lento y bello final, ambicioso si me apuras, pero no lo quiero. Prefiero algo más de andar por casa, no sé. Ver las explosiones de lejos desde la ventana de la cocina tomando un té, por ejemplo, aunque al final la temperatura de la habitación acabe subiendo por encima de la que necesita el plomo para fundirse, porque me conozco. Me conozco y sé que no hace falta que me susurres al oído en francés, que solo con ver tu sandalia bailando en equilibrio mientras lees, una pierna cruzada sobre la otra, se nos va a hacer de noche sin pisar la calle. Y conste que me sigue apeteciendo bajar al mercado, comprar algo de fruta –un melón, uno de esos amarillos pequeñitos, ya sabes-, quizás un poco de queso o cualquier otra cosa que se pueda meter en pan y marcharnos a comer por ahí, tirados en los escalones de una fuente o en un banco del parque. Pero si no dejas de mirarme así me parece que como pronto tendrá que ser mañana…

1 comentario: